soledad


La calle, como siempre, estaba desierta. La noche era iluminada por la luz pálida del bar. El empleado de delantal blanco murmuraba algo para no sentir el silencio; la pareja ya había dicho todo lo que tenía que decir. El hombre de espaldas era la representación de la soledad; no tenía rostro, pasaba desapercibido, pero habitaba todos los rincones de la ciudad.

La calle, como siempre, estaba desierta. Era un buen comienzo para un relato. Para contar la soledad, que siempre necesita de calles solitarias, de hombres tristes y de mujeres abandonadas.

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