El violento oficio de escribir


L.P. suele ser implacable. Es lo que llamo “mi lector crítico”; aquel que uno somete a la lectura de los textos que tienen alguna pretensión literaria.

Cortés pero impasible, marca, señala, resalta y dictamina. Pocas son las veces que opongo objeciones enérgicas, puesto que el lugar de “lector crítico” le da la legitimidad y, a no negarlo, cierta impunidad a la hora de dictar juicios literarios.

Pero también su función es la que salva al escritor de tropezones y caídas. La nocturnidad, por ejemplo, la juzga mala compañera para la literatura. Las ideas son exaltadas en la soledad de las sombras. El “lector crítico”, por fortuna, desmiente y convierte en ridículas las ideas que la noche anterior nos parecían geniales.

También nos recuerda que la escritura es un oficio dificultoso, siempre “contra natura” como diría León Rozichner; un edificio construido sobre arena, siempre a punto de derrumbarse.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Hoy me tome el trabajo de leer uno por uno tus escritos. Gracias juan!, aunque se torne, a veces con una desmedura increible de filosofia que pocos pueden comprender porque la mente no esta lo suficientemente abierta o por falta de lectura, es un regocijo para los ojos pasarse una tarde leyendo tus escritos.
Y si, con la soledad la noche es mas solitaria, los dias mas largos, y no hay con quien compartir esos mates de media tarde.

Anónimo dijo...
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Anónimo dijo...
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