cada pequeña cosa que hacemos es buena

"Cada día en su tristeza...", cantaba en voz bajita; arrancaba las margaritas de las casas de las afueras, corría en las noches de calor, se juntaba con la canallada de las esquinas, luego se iba a robar libros a Corrientes. Soñaba con tocar "Las tardecitas de Minton´s" mientras comía unas tostaditas de salvado. Amaba a mujeres demasiado lejanas, soñaba con bosques frondosos donde ir a perderse.
Años después, construyó laberintos de palabras, oraciones que de tan tristes se le rompían en las manos y fantasmas que lo acosaran por las noches.

1 comentario:

El Cochinillo exquisito. dijo...

Hay tristezas que no se rompen, que bueno que esas se rompian...

Exquisitos saludos.