Entre el Ford A y las villalongas


Estoy descubriendo que mi viejo además de asador y gran contador de anécdotas, se dedicó mucho a la caza de joven. Como siempre, con la radio AM de fondo me contó que iban mucho con el Gordo Aprea. Mi viejo tenía un Ford A -forá- y, para salir a cazar, había que echarle nafta. Esperaban hasta el jueves, que había misa en la iglesia reformada de la Plaza España. La cuadra se llenaba de holandeses con auto. Fueron progresando. Antes iban a la iglesia en las Villalonga - un sulky tirado por un caballo- y luego se llenó de autos. 

Cuestión que había que llenar el tanque de la forá. El Gordo Aprea era muy habilidoso: manguera en la mano, bidón de 20 y la vista fija en una furgoneta Citróen. Mi viejo campaneaba. Chupaba la manguera, metía y sacaba la nafta. Después se iban caminando por calle Maipú como quién no quiere la cosa. Por alguna razón se prendían un pucho. Hacían Maipú, Dorrego, 9 de julio, Saavedra. Daban la vuelta de manzana fumando. Llegaban a la forá y cargaban. 

Como siempre habían salido a cazar. A la vuelta, cuando volvieron a Tres Arroyos: "La escopeta, gordo". "¿No la tenés, pelado?". No. Seguramente había quedado en el camino. Es que el gordo tiraba con el winche, que tenía una bala sola, y mi viejo bajaba de la forá como apoyo con "el cañon", como le decía a la escopeta con perdigones. 


Aquella noche durmió mal. Se levantó al amanecer, agarró el forá y se fue solo hasta el camino que iba a lo de Carela. Tomó por una calle vecinal poco transitada, que estaba al lado de una laguna y, a lo lejos, vio algo que brillaba. Ahí estaba la escopeta. Le volvió el alma al cuerpo.Atrás se escucha la fritura de la vieja radio. En un rato, ya se prepara su mate.



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