Peñas




Mi viejo con la radio de fondo. Metódico, tiene horarios para muchas cosas. A las 11 prepara el mate. Le pone hojitas de naranja y a veces limón. Va del mostrador de la casa de repuestos a la cocina. Al mediodía y a veces a la mañana da grandes caminatas por la ciudad. Se va hasta la terminal y, antes, caminaba hasta la casa de “la vieja”. 

Le pregunto por su peña de los viernes, llamada “El mate”. “Empezó en el 2001, éramos 6 y dos ya no están”. Carlos, Luis, Sorgue, Próspero, Fer y Alberto. Mi viejo anota la concurrencia en libretas o hojas de remitos. Concurrentes, cantidad de comida y el valor de esa peña. La primera costaba 8 pesos por persona.

Allá en el pueblo las peñas se hacían mucho en los talleres mecánicos. La peña ya lleva 18 años. Han pasado muchos y muchas noches de vino en damajuana, empanadas, asado, truco, los cuentos del Viejo Menna. Hubo tantas peñas como corchos de vino guarda mi viejo. Con un herrero se hizo hacer un arnés para calzar la damajuana y servir mejor. En sus jarras naranjas con hielo y soda (en sifón). De postre casi siempre encargaba pastelitos de membrillo.

Su primera peña fue en el taller de Arenas, allá, lejos, a una cuadra de la estatua de la Libertad. Se habían sorteado parejas de cocina y a mi viejo le había tocado con el turco Fredes que lo único que sabía hacer era pizza. Incluso ahí con las familias de todos le hicieron la despedida de soltero. Después de la muerte del viejo Arenas, los miércoles se empezaron a juntar en la de Dunrauf.

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