Todo el neorrealismo, la Nouvelle... No solo se trataba de ver lo que hay que ver, sino de captar una estética, unos modos de ver las cosas.
Hijos del (primer?) cable, habíamos sido empapados por los herederos de Griffith y las noches azules del cine norteamericano. Fellini fue mi gran descubrimiento. Era como filmar una poesía. 8 y medio, Amarcord, Y la nave va...
Como todos en todas las épocas, queríamos ser escritores y que salga una crítica en Radar Libros. Era el momento del ocio creativo, de leer, de mirar, de dibujar, de escribir, de mal escribir.
Todo nos fascinaba mucho. No digo que era mejor que ahora, tenemos otros encantos, pero existía otro tipo de soledad. No era la soledad conectada de hoy.
En algún punto todo se apagaba. Había que ir a buscar compañía a la medianoche con Dolina y hasta por ahí nomás.
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