tristecidio


Nadie lo vio venir, pero era el Tristecidio. Confundido con la bruma de la ciudad, metido entre la gente, se colaba por todos lados. Venía y traía finales tristes para las historias de amor. Los amantes huían al amanecer y los enamorados caminaban sigilosos por las grandes avenidas.

La vida es hermosa pero tenemos muchas historias tristes que contar. Yo me sé algunas. Grandes y pequeñas. Fueron muy bonitas. Son las mujeres las que hacen que valga la pena. Por ellas estamos acá, por ellas escribimos, por ellas esperamos, por ellas podemos disfrutar el sonido de la lluvia.
Hoy estoy triste, pero no tengan piedad de mí. Sólo soy otro hombre que intenta ser libre y feliz.

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