El encuentro

por juan de y celeste eme

Atardecer. Caminó al azar por unas cuadras, sin embargo el mapa que descansaba en forma de bollo en el bolsillo derecho indicaba una dirección; la dirección un destino, el destino, ciertos acontecimientos –cadenas de hechos gustaba decir– que al presionar el timbre se desencadenarían. Espero intensos minutos desojados. Abrió la pequeña puerta con forma niño, y en sus adentros una pequeña caja gris. La leyenda sobre la diminuta caja rezaba ¨Aquí la mas prolongada verdad¨. Puso la pequeña caja en sus manos frías. Fue hacia el subte y bajó en la estación Cortázar. Allí esperaba ella. “El pergamino por la caja”, dijo. Los objetos cambiaron de manos. “Es hermosa” pensó y se perdió por las calles de San Telmo. Ahora sabría el secreto. Las palabras se abrirían como un cofre, pero el miedo era la canción en sus noches saladas, de compañía solitaria, y palabras zurcidas por viejas memorias. Lo revelado haría, pensó, que todo perdería un poco de sentido. Todas las búsquedas serían ya, vanas, estériles. ¿Cómo deshacerse del pergamino? Era la misma pregunta que como deshacerse de uno mismo, de los días escritos y borrados. La prolongada verdad es un pequeño vacio eterno que llevamos entre las manos.

1 comentario:

Unknown dijo...

Precioso el nuevo diseño... Emocionante este cuadro (y todas y cada una de las entradas)