
Y ahí estaban, aguardando, implacables, los paisajes cotidianos, las voces, los rostros, los amigos, las dinámicas del mundo, las palabras por escribir, las posibilidades, los mundos nuevos, nuestros pequeños libretos y la improvisación.
"De un hombre que cabecea, entonces, ¿qué se puede esperar? Nada como no sea una hilera de fragmentos, espesos, en brutos. Que el mundo resplandezca en ellos, si uno de los modos del mundos es el resplandor" (Juan José Saer, "Carta a la vidente").
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volviste?
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