La noche del cuerpo de otoño

escrito en colaboración con Celeste


La noche no era un golpe, pero así lo sintió. Frunció el seño, miro a su alrededor y maldijo el día que lo habían condenado a conquistar a esa mujer. Aunque los golpes, eran cantos enjaulados por la oscuridad de sus senos melancólicos y azules, para dos ojos con sombrero ausente y bocetos para la vida de los otros; los otros se ofrecían esa noche como viles asesinos de la pasión, la mujer, creo, me miró, pero me miró y fui suyo. Nada pude hacer, nada pude accionar sobre ella que no fuera un hermoso escupitajo violeta, hecho por la rabia de los zapatos mojados y el resentimiento del cuerpo. Mi cuerpo era una colección de hojas de árbol de otoño desaparecido a punto de volar. Me quebré. Fui suyo y no fui más nada. En las noches de invierno supe recordarla como una musa marchita, como algo que se borroneaba con el tiempo. Ahora, ya triste, aunque la primavera siempre será sangrienta en su sexo de hada. Y sus manos demoniacas arranquen sus frutos, miro

llover y lloro, todas, cada una de estas palabras. De estas palabras solo lloradas.

1 comentario:

turcios curriculum dijo...

MUY BUENOS TEXTOS. MUY ILUSTRABLES.SALUDOS