una mujer


A sus ojos claros, la ciudad enmudecía. Los domingos dejaba de amar. Sus esperanzas parecían un muro casi derrumbado.

A su alrededor: existencias, soledades, compañías mudas, ruidos de vecinos. Su trabajo: cierta forma de la contemplación.

Los caminos le eran extraños, los puertos un enigma. La oscuridad la salvaba de la intemperie, del viento que venía con el ocaso.

A pesar de todos y de todo, amaba, quizás en silencio, quizás descorazonadamente, quizás de forma que jamás entiendas.

1 comentario:

Unknown dijo...

ya estas agregado a mis links!
http://www.404notblog.com/?page_id=11
un abrazo!