A la vuelta del frío todo es más solitario. Amanece tarde, cuando los porteros ya han regado las veredas y los estudiantes dormidos pasan apurados hacia la parada del colectivo.
Uno retorna, como casi todos, a sus proyectos, a sus vacíos, a sus posibilidades.
Escribe, toma mate, cabecea un poco frente a la computadora, sueña un poco con el destino humano. Luego despierta a la realidad, que es el sueño soñado por todos.
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