La suma de los actos cotidianos hacen a los hombres


Lloraba en el cine, corría bajo las tormentas de verano, llegaba a tarde a todas sus citas. Tomaba mate solo mientras escribía palabras de despedida para los viajeros que nunca regresarían. Iba a leer el diario a las estaciones de trenes, bromeaba con extraños, dibujaba caras tristes en los bancos de las plazas. Deseaba en grande, temía en grande, se disimulaba en la multitud vertiginosa que azotaba las grandes metrópolis.

Era sólo un hombre, nada más.

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