Bruma



La ciudad era un lugar brumoso, había dicho M.. Claro que M. era fotógrafa y tenía una sensibilidad especial para ver las cosas. La realidad era un perpetuo andar; un flujo incesante, una composición maquínica –parafraseo despiadadamente a Deleuze– donde cualquier punto puede comunicarse entre sí; el rizoma dispara para cualquier lado.

Hombres y mujeres caminaban por la calle; reducidos a gestos fútiles y vacíos. No estaba triste aquel día, caminaba por la calle como si no hubiera mañana, pero había alguien que sí la pasaba mal. Alguien sufría porque no entendía su forma de amar. Vivía con intensidad sus sentimientos en medio de la ciudad brumosa. Entre sollozos recordaba una y otra ve la frase de Galeano: “Contamos las horas que nos separan de la noche que viene. Entonces nos haremos el amor, el tristecidio”.La tristeza era una de las maneras del amor, o eso creía.

No hay comentarios: