resistencias

Sentado en el rincón más oscuro del La Flore escribía y escribía. De tanto en tanto, sigiloso, se levantaba y recogía alguna colilla de cigarrillo. Eran tiempos duros de guerra y escasez; faltaban el tabaco, el alcohol y era complicado conseguir un poco de chocolate. Pero lo fundamental era mantenerse despierto; escribir, leer, discutir, planear el próximo movimiento de la resistencia.

El escritor mezclaba sus papeles. Algunos días se dedicaba a un cuento, otros a la Filosofía y, si quedaban fuerzas y tiempo entre las reuniones clandestinas y los paseos en bicicletas junto al Castor, pensaba una obra de teatro.

Hacía poco había vuelto del campo de batalla y ahora se encontraba en una París ocupada, donde cualquiera podía ser un nazi o un colaboracionista. La resistencia era un fantasma que había que saber percibir; y la vida era algo de lo que no había que huir, sino atravesar.

para A.F. por la frase inspiradora

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