Se maravilló con la luz que entraba por la ventana. Era la luna una figura que alumbraba por gracia de otro. Le gustaba mirar a las mujeres de rostros pálidos y pensamientos tristes al abrigo nocturno. Le gustaba sentir sus amores y dolores. Se dejaba llevar por los sentires de esos otros seres. Un día se dio cuenta que la noche estaba oscura. No había luna. Fue entonces cuando tomó papel y lápiz y empezó a dibujar pequeñas y grandes lunas. En cada papel había una luna diferente. Se abrigó y salió a la calle a repartir lunas entre la gente que caminaba por ahí.
escrito en colaboración con JF
2 comentarios:
Me hiciste una "luna" en la garganta.
Exquisito visitar este lugar.
Exquisito.
che, qué lindo eso de dibujar lunas...
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